martes, 20 de septiembre de 2011

Crudo como el jamón

Cuando la promesa de un dos por uno en Cuarto de Libra de McDonalds es revocada, nuestra mente, con el automatismo que caracteriza a las pequeñas decisiones que tomamos en este desierto de voluntad al que llamamos capitalismo, al menos opondrá una leve resistencia ante el plan B que viene a bastardear la oportunidad de encontrarnos nuevamente con ese pedacito de cielo emanando queso Cheddar.

El carrito de compras que guiamos hacia la caja en reemplazo de la oportunidad de ser atendidos por los siempre bien predispuesto adolescentes que guían, con dos arcos como estandartes, el destino del bueno de Ronald, llevaba: -Una especie de chorizo de queso Muzzarella; -Algunos cientos de gramos de Jamón Crudo; -Dos Birra Morrieti, pequeñas; -Dos cervezas Patagonía, grandes; y -Botellas, una, de Listerine(?).

Un cigarro de marihuana para abrir el apetito, Birra Morrieti para hacer póstuma la sensación de sequedad bucal producida por el cigarro; algunas rodajas de salame del cielo y entonces el horno, totalmente automático y a prueba de jóvenes pre adolecentes que equipa la cocina de los Ruggieri, empieza a practicarle el efecto invernadero a la masa que condimentó, días atrás, con tanto amor para su hijo el Loco Eduard.

Mientras preparabamos el queso para ponerle a la pizza miré al viejo Morrieti estampado en la etiqueta, lo miré a los ojos y le dije:"vos tenes el secreto, la vieja fórmula viejito y sé que por sólo $7,89 accedo a ella, a cientos de años de conocimientos ahora embotellados para el deleite de mi paladar juvenil." Entonces viene el primer sorbo y yo, todo sugestionado... todo drogado, creo probar la cerveza de las cervezas, la que toma el viejito Morrieti en su casa los fines de semana, tan buena como una cerveza elegiría ser y tan lejos de serlo enrealidad.

En un lapso de tiempo que no alcanzó a ser lo suficientemente amplio como para quejarnos como dos quinceañeros que no consiguen tener sexo, que en vez de masturbarse, en este caso comerían maní esperando a que llegue el plato fuerte; lo que fue una masa con rastros de hielo sale ahora como una Pizza lista; il Nene, il Bambino rosado por su corona de fiambre de primera.

La Birra Morrieti fue un acierto; de las Patagonia sólo algunos recuerdos opacos nos traían a la memoria el sabor de una, y un total desconocimiento de la otra. Abrimos una junto con la Pizza, la de los recuerdos opacos, variedad Bohemian, la que es especial para filosofar. Etiqueta color bordó sobre la que tranquilamente podría decir: "variedad Moria Casan"; una cerveza de proporciones descomunales, tetas, muchas tetas parecía tener, y muy mandona. Era Moria Casán, era una mujer con la que lo único que cuenta es la intensidad. No le miro la cara, no le miro los 180cm de caderas; solamente la siento por que sabe qué hacer y sabe que lo sabe, filosofía práctica...

En este punto la sugestión nos llevó a sentarnos como dos pequeños aristócratas frente a un mini festín post-partido de fútbol. Elegante sport, la velada contaba con los pequeños lujos a los que un joven de alto estrato social podrían parecer cotidianos.
La pizza y la cerveza nunca se pelearon por entrar en mi pequeña tráquea, cada una supo hacer su espacio, cada uno reclamaba su momento de degustación, éxtasis y aprobación, una y otra vez... El festín pasando por mis santas tripas.

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