viernes, 23 de septiembre de 2011

Alimentos de segundo orden, gula

Los horarios dicen el cuándo y cómo, el metabolismo el qué y cuánto deglutiré en un tiempo libre en que como única diversión posible me encuentro rendido ante los etéreos placeres de lo que comúnmente se denominan comidas de media mañana y media tarde; comidas de segundo orden, comidas de gula.
Toda alimentación secundaria requiere de tiempo libre y una suma de dinero que pensamos de poca monta, pero que siempre sorprende a fin de cada quincena por la regularidad y la persistencia de este accionar que vacía bolsillos como un ladrón en el colectivo lo haría, con tanto sigilo y cuidado que jamás uno cae en la cuenta de que no hay más, se acabaron los sencillos, los rocas murieron en terreno desconocido mucho tiempo atrás, enterrados en fosas comúnes que se hacen llamar cajas registradoras. Exactamente en este punto me encuentro, la billetera exhala un suspiro cansada por el trajín de muchos días de gula gloriosa. Las opciones se acotan a las propuestas de una heladera y una lacena desprovistas.

Ahh, los buenos viejos tiempos en los que consumía con frenesí los tentempiés disponibles en la cantina de la facultad de ciencias de la comunicación... Lo único que me gusta del hippismo, aparte de las drogas, es que las comidas siempre tienen "buena vibra", suena patético pero es algo comprobable. Las tortas de ricota, dulce de leche y coco que hacían en esa cantina; los cafés de máquina o un poco de agua caliente donde verter un saquito de té Virgin Island que tomaba por aquel entonces, antes de conocer los Taragui Internacionales de los que aún no me puedo despegar, fueron momentos de rogocijo único y hoy por hoy ocupan el 2do puesto en mi ranking de mejores épocas de alimentación secundaria, detrás de las gloriosas meriendas viendo los cebollitas cuando aún no tenía vello púbico.

Y hoy pasé por lo menos cuarenta minutos antes de llegar a mi casa idealizando el momento de enfrentarme ante un festín de las seis en punto, me prometí vasos inagotables de jugo de naranja, facturas todo crema y café molido del que toman los más prestigiosos narcos, de granos cosechados por hombres y mujeres curtidos bajo el sol de los confines de las zonas rurales colombianas; y lo único que encuentro es yogur, Sancor Yogs Light... Menos narco que eso no viene. Nunca un consumidor de lácteos por elección, arrastro mi mano hacia el saché, mis cejas caen sin peso sobre mis ojos, resignación. El primer chorro que parte escupido desde la escisión realizada con precisión de tijeras es incoloro. Uno, dos segundos y comienza a aparecer el color blanco emulación vainilla. Este accionar me recordó a la vieja y querida fórmula de la que es, a mi gusto, la mejor gaseosa que se puede llegar a tomar; la de McDonalds, la fórmula soda, jarabe, soda, jarabe periódico, nunca sin hielo por que eso la hace sumergible y tan deseable. Por eso no resulté muy sorprendido, por que el recuerdo del líquido incoloro fue apacible y disfrutable. Por las dudas miré la fecha de vencimiento, estaba bien todavía.
Completando el improvisado menú, un bowl emanando Trix.
Cereales y lácteos, mis peores enemigos mirándome, burlándose de mi infortunio y mi padecer; prometiéndome, con el puño en alto y hablando entre carcajadas, que me harían pasar el peor momento que pudieran hacerme pasar. Y no solo ahora, sino también más tarde, no mucho, cuando comenzaran a bajar embutidos por mi esófago y lleguen a mi sistema digestivo, cuando pasen por mis tripas prometieron me harían sentir su furia por haberlos ignorado durante la mayor parte de mi vida.

El chorro incoloro que salió del saché era obviamente agua, por lo que el yogur quedó virando entre un sabor a vainilla y agua puerca. Los Trix fueron consumidos con la resignación con que un adicto se entrega a su droga cuando ya no la puede ni ver, casi con odio. Las seis de la tarde pasaron a ser una contusión al paladar, un momento para hacerme entender que siempre debo recordar lo importante que es la gula, lo trascendental que puede ser para el hilo conductor que enhebra las vicisitudes por las que repto a lo largo del día. Lo único que queda esperar es que la cena no tenga pollo, eso coronaría el desastre.


4 comentarios:

  1. Trix tiene forma de frutitas! Ese conejo estaba pasado de frulita y no de frutita.
    Hey frank, qué zarpado tus escritos guleros. Confirma que ese es un terreno que conocés muy bien. Sugiero que escribas sobre tu gran amor, la McNifica.
    Te mando un abrazo de Ronald McDolar

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  2. jajaja! un amor de verano, invierno, otoño, primavera y verano otra vez! gracias por tomarte un tiempo para leerlos loca male, te mando otro con ronald y sus secuaces

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  3. creo que estas un poco equivocado respecto del yogur y de la palabra ''lacena'', estoy casi segura de que se dice Alacena... si bien los trix no son mis favoritos (los choco krispis siempre fueron mis favoritos, de arroz y chocolate) no entiendo tu desprecio por los cereales y el yogur!! fran, estas confundido. obvio que como gula no es lo ideal.... en fin, como buena lastrera que soy ME ENCANTA este blog!!!!!!!!! gracias por compartirlo... besotes!! te quiere tu amiga! viki monki

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  4. jajaja no estoy confundido viqui, estoy bastante seguro de lo que me hacen sentir el yogur y los trix, con respecto a lo de lacena tenes razon, toda mi vida dije lacena pero es alacena, como migitorio, toda mi vida dije digitorio, super moderno queda igual.. gracias por comentar viqui, te veo por ahi loca, besooo

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